Audacia para grandes cambios

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Por Ernesto Sanabria / Secretario de Prensa de la Presidencia.

EL SALVADOR.- Durante 30 años, para los políticos, El Salvador estuvo «muy bien». No había nada que cambiar. Para ellos fue suficiente venderles a los salvadoreños y al mundo que habían logrado «la paz» y eso era el todo. ¡Vítores internacionales!

Bien dicen que los políticos de viejo odre, y algunos neófitos que no han entendido, básicamente repiten una y otra vez las mismas cosas. Y eso hicieron areneros, efemelenistas y sus parias de otras banderas políticas, repetir y repetir «el gran logro de la paz esculpido en un simple papel». La realidad fue diferente.

¡Y qué si la delincuencia común tomaba vuelo! ¡Y qué si las peleas estudiantiles pasaban a otro estadio! ¡Y qué si nos repatriaban criminales para formar pandillas! ¡Y qué si los hospitales y escuelas estaban en paupérrimas condiciones! ¡Y qué si los empresarios negreros hacían de las suyas irrespetando la humanidad de sus empleados, mientras ellos evadían millones de dólares! ¡Y qué si la economía del rebalse no funcionaba para el pueblo!

Qué sabiduría la de entender que en la naturaleza de las cosas está que no todos los políticos consiguen alcanzar la misma grandeza. Gracias a Dios, el pueblo se cansó de esos perversos políticos y los está conduciendo al jardín de las memorias.

Políticos de mar que nunca se dieron cuenta o no les importó que el pueblo los escamaba o los dejaba a la intemperie del clima. Un viejo aforismo de los comerciantes reza que «el pescado se pudre desde la cabeza hacia la cola».

La podredumbre de sus bestialidades políticas, de malas decisiones, los alcanzó. ¿Cuándo sucedió? Aunque les duela recordarlo, cuando apareció el político joven, con nuevas ideas, con nuevas fuerzas, proveniente del pueblo, y se enfrentó a ese acelhuate de corruptos y asesinos arropados con mantos de pureza y sobreprotegidos por países y ONG entrometidos en asuntos ajenos.

El primer cambio audaz, inteligente y urgente en El Salvador fue elegir a Nayib Bukele. Los malacates exprimidores del pueblo se frotaron las manos esperando que, en cinco años, lo verían caer. Los religiosos aplicaron a la política un texto sagrado que dice «Lo que fue, eso será… no hay nada nuevo bajo el sol».

Hasta sus asesores religiosos se equivocaron. Terrible para ustedes, pero excelente para el pueblo.

Y aunque la legislatura arenera-efemelenista 2018-2021 le hizo el camino lleno de obstáculos, Nayib triunfó en nombre de su pueblo, en favor de su pueblo. El manejo de la pandemia fue una muestra de fuego de su gestión para proteger a los salvadoreños.

Y es que El Salvador necesitaba recuperar la confianza, la seguridad y el valor para hacer lo que democráticamente podía hacer. Y lo hizo.

Ahora vemos que esa decisión fue la acertada. Los cambios en nuestra nación son palpables desde el 1.º de junio de 2019. Nuestra generación es la testigo de la derrota de los grupos criminales, del regreso de la paz, de la limpieza de calles y aceras cubiertas de sangre; de la llegada de multinacionales de la tecnología, de empresas internacionales de renombre, de la exploración de grandes inversionistas, del desarrollo formidable de nuestros sitios turísticos, de eventos internacionales del surf, de infraestructura de primer mundo, entre otros cambios audaces en favor de toda la nación.

Nadie, por más negativo o ecléctico que sea, puede negar. ¡A cuántos políticos dio la oportunidad el pueblo para hacer al menos la cuarta parte de lo Nayib está haciendo!

Pero, claro, areneros, efemelenistas y las viejas guardias de otros partidos se convirtieron en cabezas de turco del poder fáctico. Solo les importó gozar de las migajas de sus banquetes sin importarles ser cortesanos rastreros, lamebotas y sin escrúpulos. Pobres lisonjeros.

No entendieron que cuando alguien se halla físicamente cerca de su fuente o de «quien admiran» suele ser cuando menos informado está sobre lo que realmente sucede. Y ahora ven su fin.

Nadie en su sano juicio pretende vencer a un patriota que está por encima de las mezquinas luchas e intrigas políticas.

Pocos entienden que el arte de la vida consiste en saber enfrentarse a los problemas a medida que surgen en lugar de amargarse la existencia preocupándose antes de que aparezcan.

El Salvador, paso a paso, está siendo referente de lo positivo, de los grandes cambios en favor de la sociedad, cambios audaces conducidos por un verdadero líder del pueblo. Y ante esto, en los cinco años próximos, estamos por presenciar cambios de escala superior para nuestro país. Los salvadoreños merecemos una nación mejor.

Que el pasado nos sirva para no dar un paso atrás.