¡Ciudadanos con poder!

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Por Ernesto Sanabria / secretario de Prensa de la Presidencia

EL SALVADOR.- Cuando un sistema se une a unos partidos ideologizados el resultado es la parálisis. La única forma de salir de esa situación es con liderazgos fuertes, con cambios en la sociedad, en sus normas.

La polarización política en un sistema institucional rígido hace muy difícil que los gobiernos puedan tomar decisiones oportunas y eficaces, y escasean las ideas creativas. El conformismo se vuelve ley y los pícaros establecen el modus vivendi.

En El Salvador, esa fue la situación desde antes de la guerra civil (1980-1992) y hasta inicios de 2019, que no le permitió a los ciudadanos ejercer el poder, como soberano constitucional. El bipartidismo establecido entre la derecha y la izquierda, con un mismo objetivo, eliminó cualquier tipo de transformación, aunque las realidades cambiaran.

Los medios de comunicación abrazaron ese sistema por intereses comerciales, las ongs convivieron con él por el único objetivo que los mueve, el financiamiento. Para los políticos, no había nada que cambiar. Para ellos, fue suficiente venderle a los salvadoreños y al mundo que habían logrado “la paz” y eso era el todo. Una paz en papel.

Nadie parecía tener la capacidad de liderar los cambios que tan desesperadamente necesitaba la sociedad.

Un sistema que permitió el crecimiento de la delincuencia común, que fue protector de la corrupción y de empresarios negreros que pisotearon los derechos de los trabajadores, que fue incapaz de combatir el blanqueo de dinero, que apadrinó el surgimiento y fortalecimiento de los grupos criminales denominados maras y pandillas que quitaron la vida a más de 110 mil salvadoreños honrados y trabajadores.

La podredumbre de sus bestialidades políticas, de malas decisiones, los alcanzó. ¿Cuándo sucedió? Cuando apareció el político joven, con nuevas ideas, con nuevas fuerzas, proveniente del pueblo, y se enfrentó a ese mar de corruptos y asesinos arropados con mantos de pureza y sobreprotegidos por países y ongs entrometidos en asuntos ajenos.

El primer cambio audaz, inteligente y urgente en El Salvador fue elegir a Nayib Bukele. Muchos de a quienes el pueblo les quitó el poder creyeron que, en cinco años, lo verían caer. Mazazo de realidad. Nayib Bukele fue reelegido para un segundo mandato con más de 2.7 millones de votos, que lo convierten en el presidente con mayor respaldo en toda la historia salvadoreña.

Y aunque la legislatura de Arena y el Fmln (2018-2021) le hizo el camino lleno de obstáculos, Nayib triunfó en nombre de su pueblo, en favor de su pueblo.

Desde junio de 2019, Nayib se ocupó de las tareas colectivas como recuperar la paz y derrotar a los grupos criminales, a luchar contra el blanqueo de dinero, narcotráfico, la corrupción, a enfrentar la pandemia de la mejor forma, a recuperar la infraestructura de hospitales y escuelas, a construir el hospital más grande de la región latina. ¡Le devolvió el poder a los ciudadanos! Y ahora se alista a enfrentar los problemas económicos que, en mayor escala, son provocados por situaciones externas como las guerras, epidemias y alzas en materia prima y productos derivados del petróleo.

Y es que El Salvador necesitaba recuperar la confianza, la seguridad y el valor para hacer lo que democráticamente podía hacer. Y lo hizo: romper el sistema. Ahora, nuestra generación es testigo de la llegada de multinacionales de la tecnología, de empresas internacionales de renombre, de la exploración de grandes inversionistas, del desarrollo formidable del turismo, de eventos internacionales del surf, de belleza, de infraestructura de primer mundo, entre otros cambios audaces en favor de toda la nación. ¡A cuántos políticos dio la oportunidad el pueblo para hacer al menos la cuarta parte de lo que Nayib está haciendo! Pero, claro, los políticos de derecha e izquierda se convirtieron en cabezas de turco del poder fáctico. Solo les importó gozar de las migajas de sus banquetes.

El Salvador, paso a paso, está siendo referente de lo positivo, de los grandes cambios en favor de la sociedad, cambios audaces conducidos por un verdadero líder del pueblo. Y ante esto, en los cinco años próximos, estamos por presenciar cambios de escala superior para nuestro país.

Los salvadoreños nos merecíamos y nos merecemos una nación mejor, acorde a los tiempos y a las nuevas realidades. Ahora, el poder está en los ciudadanos y ellos deciden las transformaciones.

Cortesía La Data Ecuador