En la juventud es importante contar con un entorno favorable y de protección en la familia, el centro de estudios y la comunidad.
COSTA RICA-. La juventud es una etapa crucial para el desarrollo de hábitos sociales y emocionales que permitan mantener relaciones interpersonales estables, hacer frente a situaciones difíciles, resolver problemas y aprender a gestionar las emociones, entre otros procesos por los que deben pasar los adolescentes. Para lograr esto es importante contar con un entorno favorable y de protección en la familia, el centro educativo y la comunidad.
La cercanía y apoyo familiar, proporcionan la apertura de espacios de comunicación que brindan al adolescente seguridad para la toma de decisiones en las conductas positivas, favoreciendo el desarrollo y crecimiento que necesitan, que en un largo plazo los convertirán en adultos responsables. Este tema incrementa su relevancia cada vez más, ya que, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de cada siete jóvenes de 10 a 19 años padece algún trastorno mental.
Para ello es fundamental que esta red de apoyo muestre empatía y comprensión por el menor, propiciando de esta manera un sentimiento de apertura y validación de emociones.
Algunos consejos importantes para poner en práctica son:
- Brindar el espacio para que la persona pueda expresarse sin interrupciones.
- Evitar emitir juicios ante los temas que comenta el menor, dando así un espacio de seguridad para la comunicación.
- Permitir silencios, ya que es posible que lo que quiera hablar sea difícil hacerlo de manera espontánea.
- Buscar el tiempo para disfrutar como familia. Las actividades y relaciones positivas pueden tener un efecto protector en la salud mental.
Las influencias socioculturales y ambientales son parte del entorno en el que se desarrollan los jóvenes, razón por lo que deben contar con herramientas para hacerles frente y evitar ser afectados, mitigando así estados depresivos o ansiosos.
Un claro ejemplo de estas influencias son las redes sociales. Actualmente, se habla del FOMO (Fear Of Missing Out), que se puede traducir como “miedo a perderse algo”. Es una nueva forma de ansiedad surgida con la popularización de las redes sociales; es aquella necesidad compulsiva de estar conectado con lo que hacen los demás, para no perderse de nada. El intercambio de fotos y vídeos digitales significa que los jóvenes experimentan una corriente prácticamente interminable de experiencias de otros, lo que muchas veces puede alimentar sentimientos de que se están perdiendo cosas o que les es difícil acceder a ellas.
Es recomendable que los padres y los docentes mantengan una buena comunicación con los adolescentes, de manera que puedan detectar conductas de alerta ante posibles problemas en la salud mental. Cuando estos trastornos se diagnostican a tiempo y son tratados será menor la probabilidad de que se convierta en algo más grave. En la mayoría de los casos quienes los padecen y que reciben el tratamiento adecuado consiguen llevar una vida normal.