Ucrania admitió que el conflicto armado se encuentra en un punto muerto al haberse convertido en una guerra de posiciones tras 617 días de combates y casi cinco meses de contraofensiva, algo que Rusia niega con el argumento de que seguirá empujando en los frentes hasta alcanzar todos sus objetivos.
La guerra “en estos momentos se está convirtiendo gradualmente en una guerra de posiciones (…)”, escribió el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Valeri Zaluzhni, en un extenso artículo publicado junto a una entrevista en el semanario británico The Economist.
Esta situación, dijo, conduce a la prolongación de la guerra y “conlleva riesgos significativos tanto para las Fuerzas Armadas de Ucrania como para el Estado en su conjunto”.
Para salir del punto muerto, para el general ucraniano es necesario ganar superioridad aérea; traspasar las barreras de minas en profundidad; aumentar la eficacia de la guerra de contrabatería y la guerra electrónica; y crear y preparar las reservas necesarias.
El Kremlin por su parte rechazó hoy el análisis de Zaluzhni: “no, (el conflicto) no está en un punto muerto. Rusia continúa llevando a cabo su operación militar especial. Todos los objetivos establecidos deben alcanzarse”, dijo el portavoz presidencial, Dmitri Peskov.