Perú aplicó por primera vez la eutanasia en una paciente con enfermedad degenerativa


Ana Estrada, activista peruana accedió al procedimiento de eutanasia el domingo 21 de abril. A través de un comunicado, se informó que la mujer ejerció su derecho fundamental a una muerte digna.

PERÚ.- La sentencia a favor de Ana Estrada, emitida el 23 de febrero de 2021 y ratificada por la Corte Suprema en julio de 2022, permitió la realización del procedimiento médico conforme al plan y protocolo de muerte digna, admitido previamente por EsSalud.

El comunicado de prensa emitido por los allegados de la paciente dice lo siguiente: «Ana Estrada accedió a la eutanasia y murió con dignidad el domingo 21 de abril de 2024. Ana murió en sus propios términos, conforme a su idea de dignidad y en pleno control de su autonomía hasta el final. El procedimiento médico se realizó conforme al plan y protocolo de muerte digna aplicable a Ana, aprobado por EsSalud, en el marco de la histórica sentencia a su favor».

La lucha incansable de Ana no solo impactó en Perú, pues trascendió fronteras y la convirtió en un símbolo de dicha causa. Su legado deja un precedente para la Justicia peruana, que reconoció por primera vez el derecho de todos a morir con dignidad.

El caso de la activista también abrió la puerta para que otras personas, como María Benito, puedan tener reconocido su derecho a rechazar tratamientos médicos que mantienen su vida.

En la misiva, la familia y seres queridos de Estrada celebraron su vida y agradecieron las muestras de solidaridad hacia su lucha. Además, pidieron que se respete su privacidad en estos momentos.

Ana Estrada: el proceso de su lucha por una muerte digna

Ana expresó su alivio por el avance en el protocolo de eutanasia y destacó que el último tramo del proceso fue particularmente duro para ella. Sin embargo, la aceptación por parte de EsSalud de las observaciones que hizo al protocolo aislado le brindó tranquilidad y alivio.

En cuanto a la reacción de EsSalud ante su caso, la activista señaló que la resistencia inicial podría haber sido motivada por el miedo y la falta de familiaridad con situaciones tan inéditas como la suya. No obstante, consideró que superar ello representa un avance crucial hacia el reconocimiento de su derecho a una muerte digna.

Estrada también reflexionó sobre el impacto de su lucha en otras personas, como María Benito, cuyo caso consideró muy especial. En ese sentido, remarcó la importancia de apoyar a quienes pasan por situaciones similares y lamentó el cambio en la gestión de la Defensoría del Pueblo, una institución en la que ella había encontrado apoyo en el pasado.

En respuesta a las críticas que ha enfrentado, cuestionó la tendencia a normalizar la violencia en la sociedad y abogó por un cambio en la percepción de la muerte como un proceso pacífico y digno. Resaltó la necesidad de comprensión y respeto hacia quienes eligen ejercer su derecho a un deceso digno.

Finalmente, compartió su visión sobre el legado que le gustaría dejar: expresó su confianza en que su caso seguirá como una fuente de inspiración y aprendizaje para otros. Más allá de su presencia física, Ana deseó ser recordada por el impacto de su lucha y el cambio que ha promovido en la sociedad.

«Ya no voy a morir. Voy a estar siempre. Ahora pienso mucho en el caso Ramón Sampedro, que fue mi inspiración», fue el mensaje que Estrada dejó.