Por Julio Rodríguez / Periodista
Iniciativa 3: Periodismo Social, Fe y Actitud.
El experimentado conductor de camiones cruzó la frontera entre El Salvador y Guatemala, conocía esa carretera como la palma de su mano. Había pasado cientos de veces por allí con mercadería. Nunca imaginó que el vehículo que le siguió por varios kilómetros traía como pasajero a la muerte que venía por él.
Lo bajaron, le pusieron de rodillas, le dispararon en la nuca y le robaron. Un asesinato a sangre fría.
La víctima era el padre de Noé Alfredo Sura, quien tenía nueve años de edad cuando ocurrió ese acto criminal que dejó a su madre sola con la responsabilidad del hogar. Ella era costurera modista, pero se propuso que Noé y su hermana seguirían estudiando hasta lograr culminar sus profesiones, como había sido el sueño del padre fallecido y ella.
Cuando el ahora doctor Noé Alfredo Sura, médico y cirujano con más de 25 años de profesión, recuerda estos momentos, uno se encuentra frente a un hombre que tiene vocación y no ha perdido la sensibilidad frente a la esperanza que se ve en los ojos de cada paciente de los que se ha hecho cargo, ha decidido tratar con la experiencia ganada a pulso en el Hospital Nacional Rosales, la fe de que sanarán y que él sólo será un instrumento del Señor para construir un milagro.
Cuando se graduó de cirujano muchos de sus colegas le dijeron “te vas a morir de hambre” ante su decisión de especializarse en Flebología, para ver los problemas relacionado con las venas y las ulceras varicosas.
La mamá del doctor Sura, sufrió mucho tiempo de esa dolencia que le costó dinero, discriminación médica y, finalmente, fue él siendo muy jovencito que la curaba con lo mínimo. “Gracias a Dios cuando falleció, estaba sana de las ulceras. Murió de otras causas” recuerda hoy sereno, satisfecho de amar lo que hace y siempre con su característica vestimenta de cirujano listo para tomar las pinzas, bisturí y empezar a operar, suturar o curar una herida.
Aunque sus colegas le advirtieron que esa rama dejaba poco dinero y, además, había que tratar ulceras que son desagradables a la mirada, generan mal olor y su curación es de largo plazo; el doctor Sura les echó sal a los augurios de sus consiervos de profesión, ya que también se dedicó a ver y tratar el pie diabético, que muchos de ellos consideran como lo más desagradable de la cirugía porque se trata de “pies sucios y mal olientes (algo que no es cierto)”.
Sura asumió el reto de iniciar un Programa Nacional para crear las Clínicas de Píe Diabético en las Unidades de Salud y Hospitales, él arrancó con lo mínimo en el Hospital Rosales, donde es muy conocido, por su odisea de crear, con el apoyo de las autoridades de salud y una enfermera (Carmelina Turcios) un espacio dedicado a atender a las personas con pie diabético y ulceras varicosas, a quienes les sería incosteable un tratamiento de esos y han encontrado esperanza de no ser mutiladas o tratadas con discriminación por su dolencia.
La clínica es un lugar agradable, Carmelina es la enfermera que recibe, orienta sobre ambas atenciones, asiste en las curaciones y administra; el doctor Sura llega temprano luego de visitar a los pacientes ingresados, atiende directamente las curaciones y genera una confianza esperanzadora en los usuarios de que todo saldrá bien, además, enseña con respeto y dedicación a los discípulos que quieran aprender en este ámbito, aunque no son muchos los que se inclinen trabajar en este campo.
El programa ha funcionado, aunque falta mucho, porque los recursos son limitados, pero han sido bien administrados por un médico y un hombre que más allá de la ganancia que toda profesión genera, se ha dedicado a aliviar el dolor y dar esperanzas a los pacientes que pocos quieren ver. Y que lo vivió con su madre.
No hay duda, que con fe y actitud se cambia el rumbo de las cosas, la muerte violenta de su padre, el doble sacrificio de su madre, las difíciles condiciones económicas, ser visto raro por su especialización y tantas adversidades solo fueron acicates para el doctor Sura, ni siquiera los augurios de que “se moriría de hambre” pudieron detener sus sueños de dedicarse al campo de la medicina que pocos quieren hacer, la Flebología.
Doy fe, pues es el ángel que Dios puso en mi camino para no mutilarme un dedo de mi pie derecho, tuvo fe, se dedicó y le estoy muy agradecido. Pero de eso escribiremos en otra ocasión.
Nota: El doctor Noé Alfredo Sura, atiende en el Hospital Nacional Rosales en la Clínica de Pie Diabético o en privado. Clínica 2228 1184.