Más de 12.000 pandilleros conviven en el Centro de Confinamiento del Terrorismo


La mayoría de los presos están acusados de pertenecer a las violentas Mara Salvatrucha y Barrio 18.

EL SALVADOR.- Con capacidad para 40.000 personas, «la más grande de América» según el Gobierno, la cárcel situada en Tecoluca, 74 km al sureste de San Salvador, comenzó a recibir internos hace seis meses, el 24 de febrero. La AFP visitó el presidio el lunes junto a funcionarios gubernamentales de derechos humanos.


«Aquí estamos perseverando día con día, tratando de cambiar con ayuda de nuestro Dios», alcanza a decir desde el interior de una celda José Hurquilla Bonilla, de la pandilla Barrio 18.


La mayoría de los presos están acusados de pertenecer a las violentas Mara Salvatrucha y Barrio 18, nacidas en calles de la ciudad estadounidense de Los Ángeles a principios de la década de 1980.


«Cuando uno es niño, cualquiera le miente y lo endulza, uno cae en un error, y cuando uno ya va creciendo (…) se viene a dar cuenta», dice Nelson Velásquez, un preso de 37 años que tiene tatuado en su cabeza «MS-13» (Mara Salvatrucha).

Velásquez habló durante una visita que el comisionado de Derechos Humanos de El Salvador, el colombiano Andrés Guzmán, y la procuradora de Derechos Humanos, Raquel Caballero, realizaron a la megacárcel.

En cada celda de unos 100 metros cuadrados conviven de 60 a 75 reclusos que disponen de dos inodoros y dos piletas con agua corriente para el aseo, así como dos recipientes con agua para beber.


La cárcel fue construida para recluir a parte de los más de 72.000 pandilleros detenidos bajo un régimen de excepción decretado en marzo de 2022 por el Congreso a petición de Bukele, como respuesta a una escalada de violencia que se cobró la vida de 87 personas en apenas tres días.

Del total de detenidos «a la fecha son un poco más de 7.000 los que han sido liberados», informó este martes el ministro de Seguridad, Gustavo Villatoro.


El penal cuenta con comedores, salas de descanso, gimnasio y mesas de ping pong, pero solo para uso de los guardias. También hay «celdas de castigo» oscuras, sin ventanas, para sancionar a reos de mala conducta.

Hay salas para audiencias judiciales virtuales para que los presos no tengan que salir de la prisión. Tampoco pueden recibir la visita de los familiares.

Durante la visita al presidio, el comisionado Guzmán preguntó a los internos sobre su situación en las celdas y la mayoría dijo que el agua «no falta», pero pidieron escobas y detergente para el aseo.

Un médico declaró que «a diario» se toman muestras de agua que son enviadas a laboratorio para garantizar su calidad.