Por el sociólogo y docente, Mauricio Rodríguez
En los últimos días hemos podido evidenciar los arteros ataques de la oposición política salvadoreña, hasta el grado de llegar al uso de términos peyorativos en contra de las políticas implementadas por el Presidente Nayib Bukele, es entonces necesario y a la vez imperativo proceder desde nuestra trinchera de analistas de la realidad salvadoreña en todas sus dimensiones, ya sean estas de orden económico, político, social o cultural, y es por ello que en esta ocasión me permito recurrir a presentar una historia bíblica, la cual esta fundamentada en un momento histórico donde la biblia narra los acontecimientos de las ciudades de Sodoma y Gomorra, es el nombre de dos ciudades vecinas de la época del patriarca Ibrahim (Abraham), cuya historia es relatada en el libro del Genesis. Según el relato bíblico, estas ciudades fueron calcinadas como castigo divino por la gravedad de sus pecados y es que unos ángeles llegaron a advertir al profeta Lot (Lut) que abandonaran la ciudad porque esta seria destruida por Dios debido a sus pecados, y además les pidió que no miraran atrás cosa que la esposa de Lot no atendió y fue castigada y convertida en una estatua de sal, que según el historiador judío Flavio Josefo esta se encuentra cerca del Mar Muerto en el Monte Sodoma.
La historia bíblica antes presentada nos permite establecer una marco de comparación con la realidad que nuestro país ha vivido específicamente en los últimos treinta años donde los gobiernos de Arena y Fmln hicieron una serie de actos abominables en contra de la población salvadoreña entre ellos se contabilizan, por ejemplo: los gobiernos de Arena nos dolarizaron hicieron que perdiéramos nuestra política monetaria, nos obligaron a adoptar un sistema previsional perverso (AFP) que ahora tiene de momento condenada a la población salvadoreña a recibir mínimas pensiones a pesar de los enormes esfuerzos del gobierno de Presidente Bukele, no obstante miembros de la oposición salvadoreña por ejemplo el señor Rubén Zamora argumenta estar recibiendo una pensión pobre de nada mas y nada menos que de tres mil dólares y de estos hay muchos, habrá que hacer uso de la ley de Acceso a la Información Publica para que se conozca cuanto reciben estos “epifitos” comparados con las pensiones de la clase trabajadora, tanto Arena como Fmln vendieron la idea de una paz que nunca llegó, al menos la población no la percibió solo para sus cupulas y grupos corporativos pero si buscaban establecer un sistema político de alternancia para seguir lactando del Estado a costa de los impuestos de nuestra gente, estrategia falida con la derrota de estas extremas por parte del Presidente Bukele con su triunfo electoral en 2019, de allí el odio hacia el actual mandatario salvadoreño, quien se prepara para una inminente victoria electoral por medio de la reelección el próximo 4 de febrero; otro elemento que no debemos de olvidar y que debe de ser parte de nuestra memoria histórica y colectiva es que tanto Arena como fmln negociaron con las pandillas la vida de nuestro pueblo, y a la vez, pagaron sumas exorbitantes de nuestro dinero a estos grupos de facinerosos.
La historia de la estatua de sal como salvadoreños de bien nos debe de poner a pensar que mirar atrás seria un grave error histórico para nuestro país, para nuestra gente, o sea para nuestra seguridad, leyendo los discursos de la oposición en el hipotético caso que ganaran la elección presidencial por crear un escenario buscarían revertir la política de seguridad pública y cerrarían el CECOT, acto que no le conviene ni por asomo al país.
No debemos como salvadoreños ver hacia atrás pues allí solo encontramos corrupción, engaño, muerte y destrucción, es un momento histórico para ver hacia adelante, ver el futuro que es nuestro y no convertir al país en una estatua de sal.