(MARCA).- El consumo de carnes rojas ha sido un tema de debate en el ámbito de la nutrición y la salud durante años. Mientras que estas carnes son una fuente rica en proteínas, hierro y otros nutrientes esenciales, su ingesta excesiva se ha asociado con varios problemas de salud, especialmente enfermedades cardiovasculares. Según nutricionistas y médicos, hay momentos clave a lo largo de la vida en los que es recomendable considerar una reducción en el consumo de carnes rojas para promover una mejor salud a largo plazo.
¿Cuándo deberías considerar reducir su consumo?
Los expertos coinciden en que no hay una única respuesta sobre cuándo reducir el consumo de carnes rojas; sin embargo, hay etapas clave en la vida donde esta decisión puede ser particularmente beneficiosa:
A partir de los 30: esta es una etapa en la que muchas personas comienzan a experimentar cambios metabólicos y un aumento en el riesgo de enfermedades crónicas. Es un buen momento para reevaluar la dieta y considerar una reducción en el consumo de carnes rojas.
Entre los 40 y 50: durante esta fase, el riesgo de enfermedades cardiovasculares tiende a aumentar. Los nutricionistas suelen recomendar limitar el consumo de carnes rojas y optar por fuentes de proteínas más saludables, como pescado, pollo, legumbres y productos lácteos bajos en grasa.
Después de los 60: en esta etapa, es especialmente importante cuidar la salud cardiovascular. Muchos expertos sugieren que las personas mayores reduzcan aún más su consumo de carnes rojas y se centren en una dieta rica en frutas, verduras, granos enteros y proteínas magras.
En resumen, aunque no hay una edad exacta para todos, muchos especialistas coinciden en que a partir de los 30 años es recomendable comenzar a moderar el consumo de carnes rojas para promover una mejor salud cardiovascular a lo largo del tiempo.
La relación entre carnes rojas y salud cardiovascular
Las carnes rojas, especialmente las procesadas, han sido vinculadas a un mayor riesgo de enfermedades del corazón. Esto se debe a varios factores como por ejemplo las grasas saturadas, que pueden elevar el colesterol LDL (colesterol «malo») y contribuir a la formación de placas en las arterias.
Además, algunos estudios sugieren que las carnes procesadas contienen aditivos como nitritos y nitratos, que pueden ser perjudiciales para la salud cardiovascular. Un alto consumo de carnes rojas puede estar relacionado con marcadores inflamatorios en el cuerpo, lo cual puede aumentar el riesgo de enfermedades crónicas.