Los parlamentarios británicos debatirán en las próximas semanas la posible legalización de la muerte asistida tras la presentación el miércoles de un proyecto de ley en este sentido en la Cámara de los Comunes.
Este paso en defensa de la muerte asistida llega diez años después de un intento anterior que fue rechazado.
El contenido del texto, que presentará el miércoles la diputada laborista Kim Leadbeater, no es conocido y será examinado por el Parlamento británico a finales de noviembre, durante la sesión semanal dedicada a los proyectos de ley presentados por los cargos electos.
Antes de llegar al poder en julio, el primer ministro laborista, Keir Starmer, se comprometió a permitir que el Parlamento decidiera sobre la muerte asistida, cuando la última votación en la cámara baja se remonta a 2015.
La asistencia al suicidio es ilegal en Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte, y conlleva una pena de 14 años de prisión por complicidad.
En Escocia no está penalizado como tal, pero una persona que ayuda a alguien a morir puede ser procesada por asesinato.
En los últimos años, diversas personalidades han vuelto a sacar el tema al debate público con sus propios testimonios, como la experiodista de la BBC Esther Rantzen, que padece cáncer de pulmón y que anunció el año pasado que planeaba viajar a Suiza para recurrir al suicidio asistido si lo considera necesario.
Casi dos tercios de ingleses y galeses son favorables a la asistencia médica para morir en los adultos con enfermedades terminales, según una encuesta publicada el viernes pocos días antes de la presentación de un proyecto de ley laborista al respecto.
Según otro sondeo realizado en septiembre, a unos 2.000 personas por King’s College de Londres, el 63% de los encuestados apoya la legalización.
Pero en la encuesta, más de la mitad (53%) teme que algunos puedan ser víctimas de presiones para recurrir al suicidio asistido y el 83% dice que la mala calidad de los cuidados paliativos es un factor importante en su postura sobre el tema.
«El énfasis debería estar en mejorar los cuidados paliativos», dijo a la AFP Alistair Thompson, portavoz de la asociación ‘Care Not Killing’ (Cuidar, no matar) opuesta al suicidio asistido.
Thompson denuncia un sistema «insuficientemente financiado», que corre el riesgo de «presionar a muchas personas para que pongan fin prematuramente a su vida».