Se trata de un idioma hablado en el Ártico, tiene más de 300 palabras para referirse a la nieve y una palabra especial para «renos asustados».
ESTADOS UNIDOS.- A Pentti Pieski, traductor y empresario turístico de Utsjoki, en el extremo norte de Finlandia, le encanta salir en su barco a pescar salmón del Atlántico. Sin embargo, durante los últimos 3 años no ha podido hacerlo ya que Finlandia y Noruega prohibieron la pesca de salmón en el río Teno para proteger las poblaciones agotadas.
Pieski extraña los viajes de pesca y también las conversaciones que tiene en esos viajes en un idioma antiguo muy apropiado para la pesca del salmón en el Ártico: el sami del norte.
Las lenguas sami están estrechamente ligadas al modo de vida de los pueblos indígenas sami en Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia.
Los samis se han enfrentado al ambiente extremo del Ártico durante miles de años y hoy suman entre 50,000 y 100,000.
Sus lenguas van desde el sami del norte, que es hablado de forma relativamente amplia, con más de 20,000 hablantes, hasta el extremadamente raro ume sami, hablado por sólo 25 personas, y el casi extinto ter sami en Rusia.
Pero esas cifras generales no reflejan cuán importantes son estos idiomas altamente especializados para las actividades tradicionales samis como la pesca y el pastoreo de renos, así como para la observación y descripción de los patrones climáticos del Ártico.
En las lenguas sami, por ejemplo, hay más de 300 palabras para referirse a la nieve, ocho palabras para diferentes estaciones y seis palabras diferentes para describir a los renos que deambulan solos.
También hay varias palabras para “reno asustado”, según su sexo y edad.
Mientras el cambio climático amenaza el modo de vida tradicional del pueblo sami, Pieski y otros temen que su idioma también esté cambiando.
Para Pieski, de 52 años, la lengua es parte del vínculo ancestral de la comunidad con la tierra y el agua.
Pieski dice que una palabra sami en peligro de extinción es jiekŋaguolli. Se refiere al salmón en primavera, inmediatamente después de que se rompe el hielo del río.
Según él ya no es necesario utilizar esa palabra. Debido a la disminución de las poblaciones, incluso antes de la prohibición, la temporada de pesca oficial se acortó y comenzó el 1 de junio.
Para entonces, el río ya no tenía hielo y los pescadores no tuvieron oportunidad de ver ningún jiekŋaguolli, o “salmón de principios de primavera”.
“Jiekŋaguolli es una palabra que va a desaparecer”, predice Pieski.
Él y Klemetti Näkkäläjärvi, presidente del Consejo Climático Sami e investigador de la Universidad de Helsinki y la Universidad de Oulu, ven estas palabras vulnerables como síntomas de un problema mucho más amplio: el cambio climático.