Crónica de ¿Jesús Disfrazado?

Julio Rodríguez

Por Julio Rodríguez / Periodista
INICIATIVA 3: PERIODISMO SOCIAL, FE Y ACTITUD

EL SALVADOR.- ¡Lindo sábado, te cuento algo extraño qué pasó hoy tempranito! Antes de que me pasara lo de la silla de ruedas, tenía un ritual, cuando publicaban un artículo de mi autoría, solía ir a tomarme un cafe y leer el periódico. Sentir la emoción de hojear el papel me sigue resultando emocionante. Tenía más de ocho meses de no poderlo hacer.

Esta mañana ha sido particularmente diferente. Me trasladé desde el lugar donde resido hasta una gasolinera cercana, para ejecutar mi ritual.

Como muchos saben estoy saliendo de un tiempo en el cual he tenido que trasladarme en silla de ruedas. Por unas lesiones en los pies, de las que ya estoy mucho mejor.

Bueno, eran las 5:30 am, tomé la silla y empecé a maniobrar y avancé, pero como las calles y acera son difíciles para los que usan permanentemente este apoyo, les cuento que con confianza me levanté y empujé la silla.

Con mucha paciencia he esperado empezar a tener confianza y caminar. Las lesiones han cicatrizado casi un 99%. Esto ha sido especialmente maravilloso, el Señor cumplió su parte.

Me gustó el ejercicio con las manos y brazos empujando la silla, y caminando pequeños espacios siempre empujándola. He sentido muchas ganas de llorar de alegría porque eso es un anuncio que el Señor no a terminado conmigo. Tengo mucho por hacer.

Y fue curioso un hecho, cuando iba sobre la acera en la zona de las tres torres (Ministerio de Hacienda) se me acerca un joven de unos 25 años con claras muestras de haber estado tomando y me dice muy tranquilo “¿maestro puedo preguntar cuánto tiempo lleva así?”

Le contesto que unos 7 meses. En un segundo recordé cuando hace mucho tiempo anduve en tales condiciones. ¿Y cómo ha hecho? Volvió a preguntar y le digo “soy un hombre de fe y desde que el Señor me levantó de una condición parecida a la tuya, hago lo mío y él se encarga del resto”.

Acto seguido se sacó algo del bolsillo y dice “se lo manda el de arriba, para un café”. Fue curiosa esa actitud, porque regularmente uno se prepara para darle algo cuando se acerca alguien así, como hice cuando se acercaba el joven. Por mi parte lo tomé como un inevitable acto de fe, de que era el anuncio de que viene más trabajo y compromiso misionero. Este hecho llega en el tiempo que me preparo para glorificar su nombre y muy pronto te enviaré el testimonio y evidencias del milagro creativo que llegó porque tuve fe y actitud.

Cuando se alejaba mi Jesús, disfrazado de vagabundo y alcohólico, le agradecí y oré por ese muchacho, que bien podría ser yo hace años y mi Padre me cuidó. Alabado sea el Señor.