POR NELSON FLORES
EL SALVADOR. – Siempre se ha asegurado que la única forma de llegar al desarrollo depende del nivel de educación que tengamos, «El nivel de desarrollo de un país depende del nivel de su educación», para lograr ese desarrollo hay que romper con paradigmas tradicionales, generar cambios estructurales en toda la organización y administración del sistema educativo actual, vigente desde hace más de 50 años. Por lógica esto no se puede hacer de un día para otro, pero si se puede hacer cambios por niveles, lo que sí es importante es saber que urge una verdadera reforma educativa desde el área preescolar, básica, media hasta el superior, además reformar también la legislación escolar, la organización y administración escolar para adecuarla acorde a nuestros tiempos, acorde a los avances tecnológicos que de manera disruptiva presiona y obliga a los sistemas educativos cambiar las formas metodológicas de enseñar a los estudiantes y a las nuevas estrategias de aprendizaje.
El rápido desarrollo de la tecnología y las nuevas formas de aprender y de socializarse han impulsado constantes cambios en la educación, por ello los profesores deberán de reinventarse y adaptarse a un sistema educativo con aplicaciones tecnológicas para formar profesionales competitivos en el mundo de hoy.
Un estudio de Global Education Futures, señala que: “La nueva educación debe orientarse a desarrollar las habilidades de los estudiantes para trabajar en colaboración, es decir en equipo, y adaptarse a entornos de rápidos cambios».
Las escuelas y universidades del futuro se visualizan como la conexión educativa que guían a los alumnos hacia su camino como individuos, una educación más socializadora, creer que las universidades o la educación superior es la “panacea del conocimiento», es un craso error, la educación superior no tendría razón de ser sin la educación básica o elemental, una sustenta la otra.
En el ámbito de la educación del futuro podemos considerar tres contextos: Las plataformas educativas Online que se convierten en las principales proveedoras de contenido, los formatos educativos de las ciudades que ofrecerán servicios para desarrollar habilidades específicas y los sectores y comunidades de prácticas que tendrán un papel relevante, pues será el punto de experiencias tecnológicas.
La educación del futuro no puede estar atada a materias específicas, ni al trabajo individual de los estudiantes sino al desarrollo de habilidades, la creatividad y el pensamiento crítico.
Es el momento de aprender a buscar el camino a la escuela del futuro, sin olvidar que hay escuelas y universidades que aún no han abierto sus puertas.
La tecnología ha puesto en evidencia desigualdades, pero debemos reflexionar sobre el papel que debe tener en el futuro y el uso que hacemos de ella. Aunque en el horizonte no vemos más que incertidumbre, tenemos que aprovechar este momento para hacer los cambios necesarios que la escuela necesita.
Hoy en tiempos de pandemia cuando la educación ya empezaba a experimentar cambios, está causó la mayor disrupción que jamás había sufrido nuestra escuela, aún en el ámbito mundial.
La escuela del futuro será una escuela que promueva el aprendizaje constructivo y creativo a través del uso de herramientas digitales. Los edificios educativos tradicionalmente cerrados deberán procurar espacios en evolución, más abiertos, proponiendo un estilo de aprendizaje más informal, estilo «Learning Lab», o ciberespacios, áreas de recreación y relajación que incluya un mayor concepto de movilidad. Las aulas incorporarán espacios de circulación funcional para permitir que los niños colaboren y cooperen entre sí, en cualquier caso, los edificios tendrán que ser ampliables y flexibles.
Los edificios educativos pueden volverse más inteligentes y flexibles, gracias a los nuevos sistemas conectados, en conclusión, la estrategia inmobiliaria debe anticipar las transformaciones futuras.
La escuela del futuro como lo muestran algunas películas de ciencia ficción, podría estar cerca, quizá con una realidad aumentada, con gafas dónde el estudiante pueda observar imágenes virtuales del aula de clases, de su profesor y compañeros, aunque no esté en el sitio, o ser asistidos por maestros holográficos en un entorno de clase.
El problema más grande es que tenemos sistemas educativos vigentes con una organización curricular y administrativa de hace cincuenta años, en muchos países y en el nuestro y debido a esto no pueden sustentar el » desarrollo del aprendizaje y la cultura», pero si no podemos negar que se están haciendo esfuerzos por transformarse.
Parece que este siglo XXI será la época en que veremos la transición de una educación del pasado a una que priorice la tecnología como herramienta de aprendizaje y seguirá impulsando las plataformas del conocimiento hacía nuevas fronteras evolutivas.
La aplicación de las nuevas tecnologías en los aprendizajes se presenta como una opción clara para mejorar el ámbito educativo y crear “La escuela del futuro”.