Por Julio Rodríguez / Periodista
EL SALVADOR.- Puede pintar preciosos cuadros, tiene un exquisito talento para la cocina, maneja su propio vehículo, ha criado a su hijo de 10 años y tiene un esposo poeta y amoroso, con el que pronto cumplirán 25 años de casados.
La otra mujer, está sumida en una depresión postrada en una silla de ruedas, no puede tener hijos se lo han dicho los médicos, tiene las manos sin ningún movimiento útil, no se traslada a ningún lugar sino la mueve alguien. Esta invalida.
Mirna, pudo ser la segunda persona de esta historia, pero decidió ser la primera. Su fe la ha llevado a ser pintora, empresaria de restaurante en fin, una persona muy independiente. Su esposo Ricardo está a su lado y su hijo la ama. Pero nada extraordinario hubiese pasado en sus más 40 años de vida, sino hubiese creído y actuado en fe.
¿Qué nos impide creer y actuar? Solo esto debemos contestar para empezar a esperar con fe y actuar para recibir el milagro. ¡Tengamos ánimos, la última palabra la tiene el Padre!