Es importante entender que la piel requiere de cierta atención.
(AGENCIAS).- Probablemente te hayas preguntado alguna vez cómo cuidar tu piel de una mejor manera. Aunque realizar una ducha diaria es un hábito muy extendido en gran parte de la población, los especialistas advierten de que, hacerlo en exceso, puede alterar la barrera natural de la piel, provocando sequedad, irritaciones e incluso favoreciendo infecciones. La frecuencia ideal, eso sí, no es igual para todas las personas y depende de factores como la edad, el tipo de piel, el clima o la actividad física. Los expertos coinciden en que encontrar un equilibrio es la clave para mantener la higiene sin dañar la piel.
Qué se debe tener en cuenta
En base a las opiniones de diversos expertos y recientes estudios, la medida establecida por estos es de dos a cuatro veces por semana. Esta medida que, para muchos, puede ser escasa; se dice que ayuda a mantener el equilibrio de los aceites naturales de la piel, las bacterias y la textura y salud de este órgano tan importante.
Sin embargo, cada caso es único. Por ello, se deben tener en cuenta los diversos factores individuales que cada persona tiene. Una de las primeras características de las que debes estar pendiente es el tipo de piel que tienes. Las personas con piel grasa pueden percibir ciertos beneficios de realizar duchas de forma más frecuente, sin embargo, las personas con piel seca o sensible quizá deberían reducir el número de duchas semanales.
El nivel de actividad física también es importante tenerlo en cuenta. Si practicas deporte o alguna actividad física intensa, es recomendable ducharse con mayor frecuencia para eliminar el sudor y mantener una higiene óptima. Ligado a este factor, si resides en algún lugar con clima cálido o húmedo, la sudoración será mayor y, por tanto, podrías requerir de un número mayor de duchas semanales.
Probablemente te hayas preguntado alguna vez cómo cuidar tu piel de una mejor manera. Aunque realizar una ducha diaria es un hábito muy extendido en gran parte de la población, los especialistas advierten de que, hacerlo en exceso, puede alterar la barrera natural de la piel, provocando sequedad, irritaciones e incluso favoreciendo infecciones. La frecuencia ideal, eso sí, no es igual para todas las personas y depende de factores como la edad, el tipo de piel, el clima o la actividad física. Los expertos coinciden en que encontrar un equilibrio es la clave para mantener la higiene sin dañar la piel.
Qué se debe tener en cuenta
En base a las opiniones de diversos expertos y recientes estudios, la medida establecida por estos es de dos a cuatro veces por semana. Esta medida que, para muchos, puede ser escasa; se dice que ayuda a mantener el equilibrio de los aceites naturales de la piel, las bacterias y la textura y salud de este órgano tan importante.
Sin embargo, cada caso es único. Por ello, se deben tener en cuenta los diversos factores individuales que cada persona tiene. Una de las primeras características de las que debes estar pendiente es el tipo de piel que tienes. Las personas con piel grasa pueden percibir ciertos beneficios de realizar duchas de forma más frecuente, sin embargo, las personas con piel seca o sensible quizá deberían reducir el número de duchas semanales.
El nivel de actividad física también es importante tenerlo en cuenta. Si practicas deporte o alguna actividad física intensa, es recomendable ducharse con mayor frecuencia para eliminar el sudor y mantener una higiene óptima. Ligado a este factor, si resides en algún lugar con clima cálido o húmedo, la sudoración será mayor y, por tanto, podrías requerir de un número mayor de duchas semanales.

Los beneficios de ducharse menos y algunas consideraciones
Entre los beneficios que podemos encontrar de tomar menos duchas o realizarlas con una menor frecuencia, se destaca la preservación y conservación de los aceites naturales de la piel. El agua y el jabón eliminan los lípidos que la piel necesita para mantenerse hidratada y protegida, sobre todo cuando los compuestos contienen ciertos químicos. La piel tiene una microbiota natural y, el hecho de reducir la frecuencia de las duchas, ayuda a que estas bacterias beneficiosas prosperen. Además, en personas que tienen piel seca es común encontrar que, una alta frecuencia de duchas, favorezca la irritación y el picor; por lo que reducirla podría evitar que aparezcan estos síntomas.
Es importante tener en cuenta que, independientemente de la frecuencia, las duchas no deben ser muy largas y siempre con agua tibia, no caliente. Aunque no te duches todos los días, es importante que sí realices lavados en zonas críticas como las ingles o las axilas.
