Taylor Swift pone punto y final a Eras, la madre de todas las giras


La atención que genera la cantante más allá de los escenarios tuvo su cénit en estos meses de gira.

ESTADOS UNIDOS.- Taylor Swift se subió al escenario de Vancouver el domingo para el último concierto de su gira «Eras», con la que ha cimentado su estatus de megaestrella de la música.

La de Vancouver fue la 149ª actuación de la gira, que arrancó el 17 de marzo de 2023 en Arizona y que ha llevado la música pop de la cantante estadounidense por gran parte del mundo: Brasil, Argentina, Japón, España, México…

Sobre las 20H00 (04H00 GTM), Swift apareció en el escenario del estadio BC Place con el cartel de no hay entradas, algo muy habitual durante el Eras Tour

El equipo de la cantante no ha revelado los ingresos por entradas durante estos casi 21 meses de gira. Pero la revista especializada Pollstar calculó que la cifra ronda los 2.000 millones de dólares.

Lejos queda de esta cifra el récord de 939 millones que recaudó Elton John con su «Farewell Yellow Brick Road Tour». Eso sí, el británico se exprimió más que la estadounidense: 328 conciertos en casi cinco años de gira (septiembre de 2018 hasta julio de 2023).

La alta demanda de entradas para sus actuaciones colapsó varias veces la página web Ticketmaster, que finalmente canceló la preventa de entradas.

Más allá de los conciertos, la presencia de Swift en las ciudades ha tenido un fuerte impacto en las economías locales.

The New York Times calificó la noche del estreno en Glendale (Arizona) de «clase magistral».

Más allá de la música –
La penúltima parada de Swift fue Toronto, donde dio seis conciertos en dos fines de semana. Según estimaciones de una organización turística local, la presencia de la estadounidense generó 282 millones de dólares canadienses (199 millones de dólares estadounidenses).

La estrella ha recibido buenas críticas por la resistencia y energía que ha mostrado durante sus conciertos, que han durado casi cuatro horas de media.

Durante su gira, la cantante no dudó en tomar partido en la campaña presidencial estadounidense. Poco después del debate presidencial entre Donald Trump y Kamala Harris, en septiembre, Swift saltó al ruedo con un mensaje de apoyo a la entonces candidata demócrata.

Eso provocó la ira del presidente electo: «ODIO A TAYLOR SWIFT», escribió el republicano en su red social, Truth Social.

Un mes antes, en Viena, la cantante tuvo que cancelar tres conciertos en Viena después de que la policía detuviera a un joven de 19 años que tenía planeado cometer un atentado en una de sus actuaciones en la capital de Austria.

Swift también tuvo que posponer un concierto en Rio de Janeiro después de que una fan muriera por un golpe de calor a finales de noviembre, cuando buena parte de Brasil sufría una ola de calor.

La atención que genera la cantante más allá de los escenarios tuvo su cénit en estos meses de gira. Durante días, la pregunta de si iba a presenciar el Super Bowl que jugaba su pareja, el mariscal de campo de los Kansas City Chiefs Travis Kelce, corrió como la pólvora en las redes sociales y los medios de comunicación.

Era principios de febrero y la artista se encontraba entonces en Tokio, donde tenía un concierto pocas horas antes del encuentro. El asunto llegó a un nivel tal que la embajadora de Japón en Washington afirmó que la cantante iba a poder viajar a Las Vegas «cómodamente» para acompañar a su pareja.

Y así fue. Swift tomó un vuelo privado nada más acabar uno de sus conciertos en la capital nipona y llegó a tiempo para ver in situ cómo su pareja ganaba el campeonato de la NFL.