Por: Natalia Armijos Velasco
Iberoamérica como espacio geopolítico de cooperación cultural y económica entre la península ibérica (España y Portugal) y los países de América Latina mantiene vínculos históricos, culturales y lingüísticos con el español y el portugués como dos lenguas intercomprensivas, en una región con un porcentaje de población joven del 25% (15 – 29 años), lo que convierte a la juventud en un objetivo clave para el desarrollo social, económico y político. Esta variable también está presente en la juventud de algunos de los mandatarios de América Latina, como el caso de Chile, Paraguay, El Salvador o Ecuador.
Los gobiernos de Iberoamérica comparten varios objetivos de desarrollo, uno de ellos se refiere a brindar más oportunidades a los y las jóvenes de sus países, con políticas más inclusivas que les permitan acceder a una buena formación y a empleos dignos.
La región aglutina a un número importante de entidades de la sociedad civil que trabajan para impulsar proyectos y acciones para la juventud, pero también existe un Organismo Internacional de Juventud para Iberoamérica (OIJ) entidad clave en el ámbito de la cooperación internacional, enfocada en promover el desarrollo y los derechos de los jóvenes en los países iberoamericanos.
El OIJ fue creado en 1992 para hacer frente a las necesidades de una región con una vasta población juvenil, que en la década de los 90 vivió un período de importantes transformaciones sociales y políticas, con una juventud que enfrentaba desafíos como el desempleo, la falta de acceso a la educación y una creciente marginación en varios países. A fecha de hoy, siguen existiendo las mismas demandas, además de otros desafíos relacionados con el acceso a tecnología, conectividad o migraciones.
A lo largo de estos años, el OIJ ha evolucionado desde una dedicación principal a la coordinación de políticas públicas, intercambio de información y buenas prácticas entre los gobiernos iberoamericanos hacia una entidad más operativa por la puesta en marcha de proyectos y, últimamente, de acceso a becas educativas. La poca rendición de cuentas que presenta su página web no me ha permitido citar con mayor detalle sobre los resultados de la actual gestión.
Una de las iniciativas clave en esta evolución ha sido el Pacto Iberoamericano de Juventud, aprobado en la XXV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno en 2016. Este pacto refleja un compromiso renovado de los países iberoamericanos hacia los jóvenes, con el objetivo de garantizar su inclusión social, económica y política.
El próximo diciembre, en reunión de ministros y delegados de asuntos de juventud de los 21 países iberoamericanos que conforman el OIJ, se elegirá al nuevo secretario general de este organismo. Y será una cita clave porque los países necesitan volver a confiar en el rol estratégico por el que fue creado este organismo de cooperación que en los últimos años no ha estado a la altura de las demandas y retos de los y las jóvenes de la región, ni de las instituciones gubernamentales que trabajan por impulsar políticas públicas para la juventud.
El Salvador y Brasil, han presentado a sus candidatos para dirigir el OIJ para los próximos 4 años, dos países que tienen retos similares para su población joven, cada uno con contextos sociales, económicos y de tamaño diferentes.
Diego Echegoyen es un destacado líder juvenil salvadoreño, con una trayectoria centrada en la promoción de políticas públicas para el empoderamiento de la juventud. A lo largo de su carrera, ha trabajado en organismos internacionales y gubernamentales, enfocándose en el desarrollo de iniciativas que mejoren el acceso a la educación, el empleo y la participación política juvenil.
Este es precisamente su compromiso: «Impulsar una profunda transformación en el único organismo internacional de juventud en el mundo, con miras a poner en función de los gobiernos de la región capacidades y herramientas que permitan alcanzar la transformación que la región joven espera».
Cuenta con un premio del Rey de España. Su formación y experiencia en la gestión pública, su amplia interlocución iberoamericana y su compromiso inquebrantable con la juventud desde temprana edad, lo convierten en el candidato idóneo para liderar el OIJ, especialmente ahora que la Secretaría General le corresponderá a Centroamérica, unida en el Sistema de Integración Centroamericana (SICA).
Alexandre Pupo es un líder brasileño con amplia experiencia en el ámbito de las organizaciones de sociedad civil en educación y la inclusión social de la juventud. Asiste al presidente Lula en sus viajes y colabora de cerca con el mandatario brasileño en su agenda diaria.
Pupo ha estado involucrado en proyectos que promueven la igualdad de oportunidades, especialmente en áreas de formación profesional y acceso a la educación para jóvenes de sectores vulnerables. Su enfoque se ha centrado en el fortalecimiento de las políticas públicas orientadas a la justicia social, abogando por una mayor participación juvenil en la toma de decisiones.
Las regiones del Cono Sur, la zona Andina y México-Caribe ya han ocupado la Secretaría General del único organismo internacional de juventud en el mundo. Los países pequeños demandan su derecho a liderar estos organismos, tradicionalmente dominados por los grandes polos políticos y principales financiadores.
El futuro de Iberoamérica depende en gran medida de su juventud, y el OIJ sigue siendo un pilar fundamental en la construcción de una región más inclusiva, equitativa y próspera. Por tanto, debe estar vigente, es necesaria la recuperación de sus objetivos fundacionales y requiere asegurar la transparencia y la gobernanza que deben legitimar el multilateralismo.
*** Natalia Armijos Velasco es una economista y gestora cultural ecuatoriana.